Mi nombre es Himko Kaps Kap. Mi nombre fue el nombre de mi tátara-tátara abuelo quien fue un Jefe de Guerra, y el hermano del Jefe Toohulhulsote de Nez Perce, en Río Salmón, en Idaho, EEUU. Durante una guerra con los Estados Unidos de Norteamérica, Toohululsote fue asesinado en la Batalla de la Pata de Oso el 30 de septiembre de 1877. Mis ancestros fueron desplazados después de aquella guerra. En el idioma de mis antepasados, hablado por quienes me antecedieron desde tiempos inmemoriales, mi nombre significa “El voceador”. Nací en la Nación Cayuse ubicada en las tribus confederadas de la reservación india Umatilla en el actual estado de Oregon, EEUU.
Nuestras formas de vida siempre han sido gobernadas por Tamalwit, nuestra ley tradicional, y la Tamalwit está gobernada por la Ley del Creador de donde vienen todas las cosas. Los Cayuse somos pacíficos, pero cuando nos provocan somos una nación guerrera y gente orgullosa y nuestras tierras tradicionales se extienden ampliamente – al este hemos cazado bisonte hasta las montañas de Montana. Hacia el oeste hemos pescado en los ríos que van hasta el océano Pacífico. Nuestro alcance se estrecha por los cuatro rumbos cardinales.
Hace varias generaciones, en los tiempos de mis ancestros, Marcus Whitman, un hombre blanco, llegó entre nosotros a Waiilatpu. Este hombre clamó que hablaba en el nombre de Dios. Nosotros no lo conocíamos y no hablábamos su idioma, ni él el nuestro. Pronto este hombre se fue y luego regresó con mil hombres para ocupar nuestras tierras y con estos hombres se extendió la maldad en nuestras tierras. Estos recién llegados trajeron consigo enfermedades. Un año después de su llegada, la mitad de nuestra gente había muerto.
Después de haber matado a tantos, estos “allegados” nos dijeron que la tierra que habíamos ocupado desde tiempo inmemorial, la tierra donde habíamos pescado y cazado, la tierra donde habíamos prosperado y criado a nuestros hijos, la tierra que contiene los huesos de nuestros antepasados, la tierra donde cada uno de nuestros actos, nuestras creencias y nuestros cultos reflejaban los principios de la Tamalwit, ya no era nuestra tierra, sino que pertenecía al gobierno de Estados Unidos de Norteamérica por ley. Esta ley fue llamada la ley de la conquista. Nos dijeron que nuestras tierras ahora pertenecían a otro poder soberano, porque un monarca extranjero había “descubierto” nuestras tierras.
Así que nosotros, del pueblo Cayuse, como tantos otros pueblos originarios, comenzamos una caminata por el camino de lágrimas y una pesadilla interminable.