III – Terra Nullius

Nicolas-V-(from-Pitts-Theological-Archive) En 1455, el Papa Nicolás I, aprovechando su autoridad como “Vicario de Dios” emitió una bula papal intitulada Romanus Pontifex, y autorizó al Rey Alfonso de Portugal para “invadir, iniciar la búsqueda, capturar, vencer y dominar a los paganos y otros enemigos de Cristo dondequiera que se encuentren” y a “apoderarse de todos los reinos, ducados, principados, dominios, posesiones y todos los bienes muebles e inmuebles cualesquiera que se tuvieran y que fueran poseídos y a reducir a sus personas a esclavitud perpetua.”

En 1493, inmediatamente después del regreso de Cristóbal Colón de América, el Papa Alexander VI emitió una nueva bula papal, titulada Inter Caetera. Esta bula trazó una línea en un mapa desde el polo en el Ártico hasta el polo en la Antártica y cedió a los reyes españoles de Castilla y León el dominio para siempre sobre todas las “islas y las tierras firmes encontradas y aquellas por encontrarse, descubiertas o por ser descubiertas hacia el oeste y el sur, … sin importar si estas dichas tierras firmes e islas son encontradas…”. Las tierras reclamadas por otros monarcas cristianos antes de 1493 no eran sujetas a este mandato.

cabot-and-king-henry Estos papas, hablando en nombre de Dios, habían dado la orden divina para reducir a los pueblos que no eran cristianos a la esclavitud y a robarnos todo lo que era nuestro por derecho legítimo. Yo había buscado e investigado y ahora, finalmente, había descubierto la ley del hombre blanco: Terra Nullius –que cualquier hombre que no rendía culto al altar de Jesucristo podía ser considerado como menos que un ser humano, a quien se le podía infligir cualquier tipo de daño en el nombre del dios cristiano.

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Con esta información, miré más allá del sufrimiento de mi propia gente y supe del sufrimiento de mis hermanos originarios y qué es lo que se había hecho en el nombre de Terra Nullius, la doctrina que decía que nuestras tierras estaban vacías porque quienes las habitábamos no éramos seres humanos y que éramos menos que gente cristiana. Ver Terra Nullius and Land Grabs en referencia a lo que sucedió con nuestros hermanos en África desde 1455.

Aprendí cómo el explorador Jacques Cartier secuestró a los hijos del gran guerrero Iriquois Donnacona y los puso a desfilar frente a la corte del Rey Francois I, como si fueran animales de un circo. Supo cómo la gran nación Pauní había sido forzada a marcharse de sus tierras iniciando el sendero de lágrimas y fueron reubicados contra su voluntad. Aprendí que el gobierno del norte había declarado ilegales la cultura e historia de sus pueblos originarios y habían promovido su esterilización para “matar al indio desde adentro”. Me acordé entonces de cómo diezmaron a mi propia gente con enfermedades traídas por el hombre blanco, colgando a nuestros líderes y poseyendo nuestras tierras porque nosotros no estábamos dispuestos a arar la tierra de la forma en que lo hace el hombre blanco. Recordé el sufrimiento de mi propia gente y el de mis hermanos originarios y lloré al pensar de que tanta devastación pudiera haber surgido de tal mentira.

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